En un momento clave para la economía española, de profunda transformación, Antonio Garamendi defiende el papel crucial del tejido empresarial. No solo como generador de empleo, sino como parte fundamental ante el periodo de reflexión sobre las medidas a abordar en el camino hacia un país más sostenible, digital y resiliente. El empresario defiende la formación -especialmente en herramientas tecnológicas y capacidades digitales- y el diálogo social como impulsores del mercado laboral, y así garantizar que nadie se quede atrás.
RESPUESTA. Las empresas llevan muchos años demostrando que no solo operan en las comunidades para lograr beneficios económicos en sus balances, sino para aportar un impacto social positivo. Y no solo son palabras, sino hechos, y muy recientes. El más visible para todos es el gran pulmón de solidaridad que han supuesto las empresas de este país durante la pandemia, sobre todo en los momentos más duros.
Así, sabedores de que en España estamos repletos de empresas con compromiso, pusimos en marcha desde Fundación CEOE el proyecto ‘Empresas que ayudan’ porque pensamos que hay que seguir avanzando en dar facilidades a las empresas para que aporten lo mejor de sí mismas a su entorno.
La digitalización no es futuro, sino que hace mucho tiempo que es presente. Quienes no sepan adaptarse al mundo digital en el que estamos, tendrán grandes dificultades. Pero los desafíos hay que afrontarlos con ganas y con herramientas para superarlos con éxito pues, además, son nuevas oportunidades para crecer y ser más resilientes. De hecho, hemos visto como en el último año muchas empresas han sobrevivido gracias a la actividad que han podido realizar de forma telemática.
Por ello, es clave para que ninguna empresa, pyme o autónomo se quede atrás apostar por la formación en nuevas tecnologías y aprovechar al máximo los fondos europeos Next Generation-EU. Es una tarea que nos interpela a todos.
Dichos criterios se han convertido hoy en día en la piedra angular de la inversión sostenible y responsable de cualquier empresa, porque la sociedad y los grupos de interés demandan cada vez más información sobre el modo en que las empresas gestionan los temas relacionados con la sostenibilidad.
Así, crear una estrategia ESG en la empresa desde el punto de vista financiero generará un mayor impacto positivo a largo plazo, incluido el ámbito reputacional, poniendo a las personas en el centro, generando valor para todos los grupos de interés de la empresa. Todo ello hará que las empresas sean más sostenibles y competitivas. Además, es el camino a seguir para salir de la crisis en la que nos encontramos.
En CEOE, este tema nos preocupa mucho. Tenemos en España un 40% de paro juvenil, grandes dificultades de reingreso al mercado de trabajo entre los mayores de 45 años y una tasa de desempleo estructural muy elevada, incluso en tiempos de bonanza. En cambio, más de la mitad de las empresas asegura tener dificultades para cubrir vacantes por falta de determinados perfiles.
Este contrasentido solo se puede resolver con políticas activas de empleo eficaces, acercando la formación a las necesidades de la economía real y apoyando a las empresas para que puedan dedicar todos sus esfuerzos en el mantenimiento y la creación de empleo. Desde el diálogo social tenemos que volcarnos en atajar esta situaciones y no centrarnos en cuestiones que no son las que Europa nos está demandando.
En efecto, reforzar la velocidad a la que transitamos hacia una economía más verde y respetuosa con el medio ambiente es uno de los grandes retos que tenemos por delante. Hemos de hacerlo entre todos, sumando esfuerzo y hacerlo con medidas reales, que no perjudiquen a la economía en ese proceso. Por tanto, es imprescindible que las administraciones públicas trabajen en todo momento con los diferentes sectores económicos de este país, pues solo así llegaremos a buen puerto.
Además, si actuamos de modo correcto, la transición ecológica es un potente nicho de generación de empleo, algo que, sin duda, es esencial para nuestro futuro como sociedad.
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