Los bancos se enfrentan a un entorno complejo en el que se mezclan problemas del pasado, dificultades presentes y retos futuros.
Los problemas del pasado tienen que ver con los activos improductivos que continúan en sus balances y que son objeto de creciente atención de los supervisores. También se refieren a estructuras pesadas, sistemas tecnológicos obsoletos y, en medida variable, a un exceso de capacidad instalada, todo lo cual requerirá de una elevada inversión para corregirse.
Las dificultades del presente tienen que ver con la implementación de una regulación muy exigente, en la que quedan cuestiones por determinar como el cierre de Basilea III (¿Basilea IV?), la relación TLAC/MREL y la fijación definitiva de este último.
Pero, ante todo, el presente se caracteriza por un contexto de bajos tipos de interés que restringe el margen financiero y que afecta a la cuenta de resultados de los bancos. Los retos del futuro tienen que ver con la adaptación al reto tecnológico y la competencia con los nuevos jugadores.
Todo ello afecta a la rentabilidad de los bancos, por lo que deberán resolver los problemas y afrontar los nuevos retos con la mayor rapidez.
En un escenario como el actual, no cabe una estrategia sencilla. Hay cuestiones que no son opcionales, como la inversión en tecnología, puesto que el cumplimiento regulatorio, la satisfacción del cliente y la eficiencia la hacen imprescindible.
Los bancos tratarán también de mejorar sus ingresos, incorporando comisiones a cambio de servicios de valor añadido para el cliente, pero su efecto será limitado a corto plazo. Por ello, a día de hoy, la reducción de costes es la herramienta más efectiva de que disponen para mejorar su rentabilidad.La consolidación formará también parte del paisaje pero no tan rápidamente como se presume.
Se dice que una persona es joven mientras su futuro pesa más que su pasado.Con los bancos puede suceder algo similar. Aquéllos que dediquen más tiempo, energía y recursos a ocuparse del pasado que a prepararse para el futuro podrían tener una vida más corta.
Autor: Francisco Uría es Socio Responsable del Sector Financiero en KPMG Abogados
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