Una de las señas de identidad de la empresa familiar es la adaptación. La capacidad de convertir en virtud los retos como parte de su último objetivo: la sostenibilidad, trascender de generación. Esta meta que determina una visión a largo plazo y un férreo compromiso con el medioambiente y con las comunidades en las que opera, que otorgan a la empresa familiar una ventaja indiscutible para afrontar el gran reto de la transformación sostenible.
Precisamente de esa virtud de ver el compromiso con la sostenibilidad y con los criterios ESG más como una oportunidad que como un riesgo habló Juanjo Cano, presidente de KPMG en España, en el XXIV Congreso Nacional de la Empresa Familiar, quien destacó que se trata de un proceso “que exige objetivos y acciones específicas y medibles para evaluar los avances, ya que solo así las empresas familiares podrán aprovechar realmente esta oportunidad única y contribuir a la creación de una sociedad mejor”.
Desde hace varios años, la agenda verde se ha integrado en el debate público y en la estrategia de las empresas, como consecuencia de importantes avances y acuerdos a nivel internacional que requieren de la colaboración público-privada, tales como la Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o el Acuerdo de París. Sin embargo, “aún queda mucho camino por recorrer”, insistió el presidente de KPMG en España, y el momento de tomar medidas es ahora. No es para menos: el fracaso de la acción climática es el riesgo a largo plazo más importante y el segundo más probable identificado por el Global Risk Report 2021 que elabora anualmente el World Economic Forum (WEF).
Por ello, es acuciante emprender acciones que reduzcan el impacto medioambiental e integrar los criterios de sostenibilidad en la actividad del tejido empresarial para alcanzar en tiempo y forma los objetivos climáticos. Según el primer Índice de Preparación para Cero Emisiones Netas de KPMG, solo 17 de las 125 empresas del mercado continuo español tienen planes para alcanzar la neutralidad en carbono antes de 2050. Y de ellas, solo siete han respaldado este compromiso con un plan de transición público.
En este sentido, “todas las empresas deben tomar acción en esta dirección, y no debemos esperar a 2050 sino que el grueso de los cambios deberá tener lugar en esta década”, señaló Juanjo Cano, a lo que Juan Moya, vicepresidente de Persán, añadió que “existe compromiso social, empresarial e institucional para hacer que todo el desarrollo de los últimos años sea sostenible en el tiempo”. Y aquí la empresa familiar juega un papel protagonista ya que, gracias a su cercanía con las comunidades y su mirada a largo plazo, ha sabido anticiparse y entender desde sus inicios que la sostenibilidad no era una tendencia pasajera sino un compromiso a integrar en sus estrategias.
Un contrato silencioso con la sociedad y con el mundo que se ha acentuado tras la pandemia de la COVID-19, a raíz de la cual se ha generado una conciencia más clara sobre el compromiso real de las empresas con la sociedad. “Porque necesitamos resultados para sobrevivir, pero no estamos aquí solo para eso”, afirmó Álvaro Soláns, vicepresidente del Grupo Pikolin. Así lo concibe también Ana Álvarez, secretaria general y del consejo del Grupo Armando Álvarez, quien en su participación en el Congreso aseguró que “la sostenibilidad es nuestra columna vertebral y en lo que basamos nuestra estrategia”. Sin embargo, matizó que en un momento en el que se está desarrollando la normativa para poder alcanzar objetivos de sostenibilidad medioambiental, “el gran reto es conseguir adaptarnos a dicha legislación sin perder competitividad”.
Para impulsar esa hoja de ruta hacia un futuro más sostenible en pocas semanas dará comienzo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 (COP26), que se celebrará en Glasgow y en la que se espera se acuerden medidas que respondan a una emergencia ambiental que se antoja irreversible. Prueba de ello han sido los datos arrojados en el sexto informe del IPCC, el grupo intergubernamental de expertos sobre cambio climático en España, publicado el pasado mes de agosto, que advertía de que la temperatura global terrestre ha aumentado 1,09 ºC entre 2011 y 2020 en comparación con el periodo 1850-1900. Y que el incremento de temperatura registrado desde 1970 ha sido el más rápido en comparación con cualquier otro periodo durante los últimos 2.000 años.
Los problemas derivados del aumento de temperatura, el deshielo o la destrucción de la capa de ozono han sido una constante en los últimos años que ha calado de forma particular en las generaciones más jóvenes, que ya están liderando la siguiente generación en la empresa familiar. Algunos incluso han volcado esa vocación climática en un proyecto empresarial propio. Es el caso de Boyan Slat, un emprendedor neerlandés que, antes de alcanzar la treintena, ha conseguido que su proyecto, The Ocean CleanUp, provoque un antes y un después en la lucha contra la contaminación de plásticos en los océanos. “El problema con los plásticos es que es persistente, no basta con parar de producirlos, puesto que tardan décadas, incluso siglos, en desintegrarse. Por eso, se debe atajar este problema en dos vías: parando la producción de plásticos y limpiando los océanos. Nosotros ya hemos recogido 2,5 millones de toneladas de plástico con nuestra tecnología”, explicaba Boyan Slat en el XXIV Congreso Nacional de la Empresa Familiar.
Si bien la sostenibilidad es la base sobre la que se debe mirar al futuro, no se puede dejar de lado la importancia del compromiso social para que el crecimiento sea sólido y duradero. Aunque es cierto que las previsiones de los principales organismos apuntan a la recuperación de la economía, también lo es que la pandemia ha profundizado en la desigualdad y “no habrá recuperación ni crecimiento si la prosperidad no nos alcanza a todos”, como recordó Juanjo Cano, quien añadió que “la desigualdad y el cambio climático constituyen los dos principales problemas de nuestro tiempo”.
La empresa familiar, que ya representa el 89% del músculo empresarial español, es un claro ejemplo de este compromiso, pues sitúa a las personas en el centro, dentro y fuera de la organización, poniendo siempre el foco en dejar un futuro mejor a la próxima generación. Como remarcó Juan Perán, fundador del Grupo Pikolinos y con una trayectoria de más de 37 años: “desde el principio me di cuenta de lo importante que éramos las personas”.
Otro ejemplo de ello fue el testimonio de Enrique Enciso, Cofundador del Grupo Sylvestris, empresa dedicada a la reducción de la huella de carbono de las compañías mediante la creación de bosques verdes en determinadas zonas de España para conseguir que sean neutras en carbono. Este año han repoblado 1.500 hectáreas y, para el siguiente, el objetivo es alcanzar las 3.000. “Nosotros generamos empleo en zonas rurales, donde hay poca densidad de población y trabajamos conjuntamente con las cooperativas, con los gobiernos locales y con los viveros de la zona”, destacó Enrique Enciso. Una máxima, la de situar en un papel central a las personas que también compartió Daniel Antoñanzas, director gerente de Exkal.
Sobre ese necesario equilibrio de generar puestos de trabajo y de atraer a personas que crean en el proyecto habló también Juanjo Cano, quien aseguró que el talento “se ha convertido en el principal valor diferencial de las compañías”. En esta línea, Roberto García, presidente de Castilla Termal, empresa hotelera que genera gran cantidad de puestos de trabajo en entornos rurales, destacó que “en las zonas en las que nos establecemos no hay mucha densidad de población, por lo que tenemos que ilusionar a la gente para que venga de fuera, promover la formación interna y proponerles un plan de desarrollo profesional. Así conseguimos equipos comprometidos que llevan la marca en sus venas”.
Sumar esfuerzos, personas e ilusión es una de las grandes virtudes históricas de la empresa familiar. Y en la tarea de mirar hacia el futuro e impulsar el crecimiento de las compañías de manera comprometida con el medio y con las personas, Simone Bagel-Trah, presidenta de Henkel AG & CO KGAA, destacó en la clausura de las mesas dedicadas a los criterios ESG la riqueza de compartir e intercambiar ideas con otras empresas familiares, “pues no hay manera correcta o incorrecta de crecer, sino que cada una tiene que encontrar la suya y hacerla sostenible en el tiempo”.
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