Edurne Pasaban: el esfuerzo y la dedicación como claves estratégicas para superar las metas

La exigencia, el esfuerzo y el afán de superación representan valores ineludibles para emprender un futuro profesional de éxito. Una realidad sobre la que es bien conocedora Edurne Pasaban, la primera mujer de la historia en coronar las catorce montañas más altas de la Tierra (los llamados ‘14 ochomiles’). Una hazaña deportiva que, como en la estrategia empresarial, implica cierta actitud inconformista para sortear los numerosos retos y obstáculos que se suceden en el camino.

Entonces, ¿qué tienen en común una estrategia empresarial de éxito con escalar montañas de ocho mil metros? Es la pregunta que Edurne Pasaban formuló durante la Convención Anual de KPMG, en la que relató de primera mano sus vivencias: “aunque mi objetivo tiene forma de montaña, todos y cada uno de los profesionales perseguimos distintas metas a lo largo de nuestra vida”. Lo que para Edurne significa llegar a la cumbre del Everest, para otros profesionales se traduce en la conquista de sus propios objetivos y ambiciones.

En esta expedición hacia el éxito, la alpinista extrajo multitud de aprendizajes que le llevaron a cumplir su sueño de alcanzar la cumbre de montañas tan elevadas como el Everest (8.848m), el K2 (8.611m), el Annapurna (8.091m) o el Shisha Pangma (8.027m). Todo un relato de superación personal plagado de valiosas lecciones que se sustentan sobre las bases del trabajo en equipo y la gestión de las emociones, entre otros aprendizajes clave.

¿Cómo hacer frente a la montaña más difícil?

La ambición ocupa un lugar prioritario para la alpinista tolosarra, pues reconoció que “sin ambición, jamás hubiera llegado a los 14 ochomiles”. Así fue como, guiada por su imparable afán de superación, logró transformar la timidez e inseguridad, que en términos generales podían ser considerados debilidades, en una mayor fortaleza personal y profesional.

Por otro lado, afrontar el fracaso, las dudas o el miedo resulta crucial, especialmente a la hora de transformar estos momentos en nuevas oportunidades. Incluso cuando la apuesta por una nueva estrategia o meta implica un primer fracaso. “Cuando volvía a casa tenía que aprender a discernir qué cosas podía mejorar y hacer de manera diferente para la próxima vez”, recordó Edurne Pasabán sobre sus propios fracasos.

En palabras de la alpinista, “tener hambre por el éxito” pasa por adoptar una mentalidad valiente en todas y cada una de las etapas de fricción y dificultad que componen el recorrido profesional. “Cuando fracasamos y nos planteamos si podemos realmente conseguir un reto, en realidad ya sabemos si podemos conseguirlo o no, y aquel año en el que me di la vuelta en la cumbre del Everest supe que podía conseguirlo”, reconoció.

“Cuando fracasamos y nos planteamos si podemos realmente conseguir un reto, en realidad ya sabemos si podemos conseguirlo o no, y aquel año en el que me di la vuelta en la cumbre del Everest supe que podía conseguirlo”
Edurne Pasaban
Alpinista

Sin embargo, el esfuerzo y el sacrificio difícilmente encuentran un retorno sin el componente de la pasión. Algunas personas albergan esta inclinación por aquello que realizan desde bien pequeños, otros, en cambio, desarrollan esta pasión con el paso del tiempo y la persiguen de igual modo, sea cual fuere la dificultad que entrañe. “Ningún camino será fácil, pero si lo elegimos guiados por la pasión, será más sencillo superar los obstáculos”, subrayó.

La importancia del equipo y la visión común

Que los equipos compartan un objetivo y una mirada a largo plazo será clave para alcanzar las metas. En este sentido, Edurne Pasaban reconoció que sin su equipo jamás hubiera podido lograr su objetivo. “He escalado con los mejores alpinistas a nivel nacional e internacional, pero lo más importante es rodearte de buenas personas que no te dejarán tirado a 7.700 metros”, aseguró. Una sensación igualmente extrapolable a los momentos de desánimo que pueden afectar a los profesionales de las compañías. Obstáculos que sin duda se podrán superar más fácilmente a través de la empatía y la capacidad de trabajo en equipo.

Además, la comunicación y la escucha activa juegan un papel esencial y son especialmente útiles a la hora de gestionar cualquier vulnerabilidad que surja durante el trayecto. De igual modo, la resiliencia y la capacidad de reinvención se tornarán capitales en relación con el aprovechamiento y la búsqueda de nuevas oportunidades. Porque, como concluyó Edurne Pasaban: “gracias a todo mi equipo, hoy estoy aquí”.