La crisis de suministro que lleva afectando a todo el mundo en los últimos meses está mermando la capacidad de abastecimiento de algunos productos y materias primas. Las dificultades logísticas y de transporte, unidas al aumento de los costes y la disminución del ritmo de fabricación enmarcan una ‘tormenta perfecta’ a la que tampoco escapa la industria farmacéutica. Pese a que por el momento se descartan problemas de desabastecimiento puesto que los inventarios de materias primas, APIs y producto acabado se han ido recuperando en los últimos meses y permiten una cierta tranquilidad, la pandemia ha puesto de manifiesto de la fragilidad, fragmentación e incertidumbre en cuanto a capacidad de respuesta de las cadenas de suministro y distribución.
Cabe destacar que, igual que en otros sectores, se está produciendo un encarecimiento en los costes de las materias primas, el transporte y la energía que en el caso de los medicamentos la industria está absorbiendo por tratarse de un mercado regulado en precios.
En cuanto al debate sobre la relocalización de la producción para reducir la elevada dependencia de la industria farmacéutica española y europea de terceros países en cuanto al suministro de API (ingredientes farmacéuticos activos, en español) y mejorar la capacidad de respuesta ante futuras crisis deberá también afrontar la cuestión del aumento de los costes asociados a una estrategia de relocalización industrial. Probablemente será necesario un ejercicio que diversifique las fuentes de suministro, aunque ello añada una complejidad no despreciable.
“La dependencia de Asia por la concentración de la producción de APIs y materias primas en China, de producto acabado genérico en India (que a su vez importa el 70% de los APIs de China), ha condicionado significativamente la capacidad de respuesta ante la actual crisis de suministro”, afirma Olga Fidalgo, Head of Life Sciences de KPMG en España. Sin embargo, la experta advierte de que el desabastecimiento puntual de ciertos medicamentos y materias primas, especialmente en el caso de medicamentos genéricos de bajo coste y en ocasiones por deficiencias de calidad, se viene produciendo desde hace más de una década.
Como detalla Olga Fidalgo, la economía de escala tiene un impacto especialmente significativo cuando se trata de producir productos de bajo precio, pues “induce a la concentración y genera dependencia de pocos fabricantes, generalmente localizados en India y China, con los consiguientes riesgos de desabastecimiento”.
Ante este escenario, diversas empresas ya están desarrollando planes específicos de continuidad, al tiempo que prevén incorporar fabricantes localizados en Europa o Estados Unidos, que logren garantizar el suministro en situaciones críticas como la actual. Para ello, las empresas deberán acometer inversiones y poner en marcha medidas que lleven hacia una mayor diversificación geográfica y un aumento del número de fabricantes. Una decisión estratégica que puede repercutir de forma relevante en los costes, pues “podría llegar a suponer hasta un 25% de incremento para algunos productos”, afirma.
“En el caso de España, disponemos de una red de fabricantes más robusta que la de otros países de nuestro entorno, de forma que la voluntad de relocalizar en Europa y Estados Unidos cierto volumen de producción puede constituir una oportunidad para nuestro país”, explica.
No solo la industria está reconsiderando las inversiones necesarias para modernizar y ampliar instalaciones de fabricación existentes en Europa y valorar cómo equilibrar y contrarrestar la tendencia de trasladar la producción e invertir fuera de Europa en países de bajo coste, también las autoridades están considerando proyectos de ayudas a estas inversiones e incentivos fiscales, discutiendo a su vez compromisos a largo plazo que hagan viable y sostenible económicamente la relocalización de la producción.
La generación de empleos cualificados y la reducción del déficit de la balanza comercial son algunas de las ventajas que supone mantener y promover la producción en el territorio europeo. “España puede posicionarse como país especialmente atractivo, al ser un país con capacidad tecnológica y mano de obra cualificada y con costes inferiores a los de nuestros vecinos del Norte”, reconoce.
Sin embargo, también advierte que existen algunos interrogantes sobre el impacto de esta relocalización en el coste de los medicamentos y el aseguramiento del suministro “sin ‘hiperfragmentar’ y aumentar la complejidad de las cadenas”. Una realidad que las autoridades y empresas deberán acometer conjuntamente, manteniendo así un equilibrio que tenga como objetivo el abastecimiento de medicamentos.
“Relocalizando la producción en Europa y reduciendo la dependencia de terceros países, y aunque persista la dificultad para predecir eventos como la reciente pandemia, sin duda mejoraría la capacidad de respuesta”, explica Olga Fidalgo. Todo ello con el objetivo de evitar posibles disrupciones de las cadenas de suministro e impulsar el futuro de la industria farmacéutica.
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