Si hace diez años podía quedar alguna duda de los beneficios de avanzar hacia un modelo circular de la economía, en la actualidad parecen haber quedado despejadas. Frente a un modelo lineal, en el que la vida útil de los productos tiene fecha de caducidad y los residuos no se reintroducen en los ciclos productivos, el modelo de economía circular propone precisamente lo contrario: mantener los productos, materiales y recursos en la economía durante el mayor tiempo posible.
Pero ¿supone ello que las compañías que se transformen para sumarse al modelo circular deben renunciar a su competitividad? Nada más lejos de la realidad. Ramón Pueyo, socio responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España incide en el doble dividendo de la economía circular. “Cuando las compañías adoptan este modelo se genera un círculo virtuoso, pues no solo mejora la eficiencia de la organización, sino que a su vez se vuelve más atractiva para unos consumidores e inversores cada vez más preocupados por el impacto medioambiental de los productos”, subraya.
Y esto es precisamente lo que el PERTE de Economía Circular pretende impulsar, extendiendo ese enfoque a todos los sectores productivos y con unas inversiones previstas que incluyen ayudas por valor de 492 millones de euros. Además, lo hace persiguiendo el mismo objetivo de la Unión Europea, que busca reforzar la directiva actual sobre productos sostenibles en base a tres factores: la ampliación de los requisitos de sostenibilidad para los productos, la mejora de su durabilidad y reparabilidad y el incremento del porcentaje de contenido reciclado.
Para impulsar este objetivo, el PERTE de Economía Circular se estructura en dos líneas de acción:
Los plásticos, por su parte, se enfrentan también a multitud de retos para los que el PERTE de Economía Circular supondrá un impulso clave: desde el ecodiseño para fabricar nuevos productos, pasando por la reutilización y la reparación, hasta la mejora de procesos tanto de recogida como de tratamiento de residuos. Y, en cuanto a las energías renovables, el despliegue que está viviendo el sector exige gestionar los residuos generados por estas tecnologías cuando las instalaciones llegan al final de su vida útil. Además, en lo que se refiere a las baterías, el PERTE permitirá financiar instalaciones de tratamiento que faciliten la recuperación de materiales como el litio o el ión litio, y también el desarrollo de sistemas para implementar la segunda vida de las baterías procedentes de la movilidad eléctrica que pueden emplearse para otros usos.
En palabras de Ramón Pueyo, “las compañías cambian por las tres C, que son la convicción, la conveniencia y la coacción. Es decir: porque hay una regulación que te obliga, porque la sociedad te presiona a ello o porque hay algo que te anima en esa dirección. Ahora, las compañías se encuentran en un punto en el que ya tienen en mente la necesidad de adoptar criterios sostenibles, pero no es su prioridad. Por ello, iniciativas como el PERTE lo que hacen es aumentar esa prioridad. Porque aquellas compañías que no hayan entendido el alcance de la economía circular corren el riesgo de quedarse atrás”.
En ese sentido, las organizaciones deben entender primero qué oportunidades pueden extraer de la economía circular y, una vez realizado este análisis, deberán estudiar qué iniciativas pueden ser estratégicas para ellas, y cómo pueden ayudar a mejorar su posición competitiva y generar eficiencia en sus operaciones.
Así, en un segundo paso, es importante conocer qué tipo de financiación es la idónea para llevar esos proyectos a cabo, si a través del PERTE, de financiación bancaria o de deuda. Un ejercicio que debe hacerse de la mano de expertos que conozcan el espíritu de estos proyectos y que sepan identificar qué transformaciones debe llevar a cabo la compañía en su modelo de negocio para impulsar un modelo de economía circular que, sin duda, ha venido para quedarse.
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