El uso global de materiales se ha casi cuadruplicado en tan solo 50 años. Hemos pasado de 28,6 mil millones de toneladas en 1972 a más de 100 mil millones de toneladas en 2021. Y de estos 100 mil millones de toneladas, el 90% se convierte en residuos. Así lo expresa Circle Economy, en su informe de enero de 2022.
Y es que todo indica que este ritmo de consumo va a seguir aumentando. Lo corrobora el Panel Internacional de Recursos (IRP) del PNUMA, donde se afirma que el uso de materiales puede aumentar hasta entre 170 y 184 mil millones de toneladas en 2050 si no cambiamos nuestro modelo económico actual. Una urgencia que se vuelve más relevante aun si miramos las cifras de población: para 2050, harían falta casi tres planetas Tierra para mantener los modelos de vida actuales.
El modelo lineal actual presenta grandes desafíos medioambientales. La mitad de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) y más del 90% de la pérdida de biodiversidad y del estrés hídrico se deben a la extracción y la transformación de los recursos.
Algunos agentes de la sociedad ya han superado este pensamiento lineal y fomentan la transición hacia una economía circular hacia una economía circular. Sin embargo, para cumplir los objetivos medioambientales establecidos esta transición debe convertirse en la norma, y esa es la intención de la Comisión Europea. Para ello, tal y como había anunciado en el nuevo plan de acción para la economía circular de la UE, el pasado 30 de marzo presentó un paquete de medidas de economía circular.
Una de las grandes novedades es la propuesta de reglamento sobre el diseño ecológico de los productos sostenibles, cuyo objetivo es que casi todos los bienes comercializados en la UE sean más sostenibles. Así, el reglamento establece requisitos de diseño ecológico sobre aspectos como por ejemplo la durabilidad, la reutilización y la reparación de los productos. Además, todos los productos regulados tendrán pasaportes digitales con el objetivo de registrar, procesar y compartir información relativa a la sostenibilidad de los mismos entre los grupos de interés.
Este reglamento amplía el alcance de la directiva sobre diseño ecológico más allá de los productos relacionados con la energía, así como los requisitos que se deberán cumplir. En este sentido, la Comisión también ha adoptado un plan de trabajo sobre diseño ecológico y etiquetado energético para el periodo 2022-2024 que contempla nuevos productos relacionados con la energía y fija unos objetivos más ambiciosos en relación con los productos que ya estaban regulados.
Además, algunas de las medidas recientemente publicadas se dirigen a determinados grupos de productos, que por su impacto ambiental y potencial de circularidad son los protagonistas de esta transición. Es el caso de los productos textiles, para los que se ha presentado la nueva estrategia de la UE sobre los productos textiles sostenibles y circulares con acciones como introducir requisitos obligatorios de diseño ecológico, poner fin a la destrucción de los productos textiles no vendidos o ampliar la responsabilidad del productor.
Los productos de construcción también están en el punto de mira. La revisión del reglamento sobre los productos de construcción actualizará las normas vigentes y creará una normativa sobre el rendimiento medioambiental de este tipo de productos. Las nuevas normas consideran aspectos como facilitar la creación de estándares armonizados sobre el rendimiento de los productos de construcción e impulsar modelos de negocio innovadores, como por ejemplo la impresión 3D.
No obstante, además del diseño ecológico del producto, la protección del consumidor en la transición ecológica está tomando mucha relevancia también. El objetivo es asegurar que los consumidores cuentan con información fiable acerca de la sostenibilidad de los productos. Por ejemplo, estos tendrán derecho a obtener información sobre la duración y reparación de un producto. También, se pretende proteger a los consumidores del «blanqueo ecológico». Por este motivo, el paquete de medidas incluye una propuesta para actualizar las normas de la UE en materia de protección de los consumidores.
Este contexto regulatorio presenta un antes y un después para el modelo de producción y consumo europeo donde la transición hacia una economía circular es irreversible. Las compañías, especialmente las que se vean afectadas por los grupos de productos prioritarios, tendrán que adaptarse a estas nuevas tendencias. Y, para ello, es importante que estas comiencen a medir su rendimiento circular, a establecer objetivos de circularidad, identificar cuáles son los riesgos lineales y cuáles son las oportunidades circulares y definir estrategias de economía circular con medidas concretas que aseguren este cambio. La innovación será, por tanto, un aspecto clave para conseguir una buena adaptación al nuevo contexto.
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