Pensamos que nuestra evolución como individuos y grupos es siempre positiva, que todo mañana será mejor que el presente. Sin embargo, ya en 1963 el paleontólogo y biólogo evolutivo George G. Simpson afirmó que “la degeneración evolutiva es tan probable como un progreso mayor”, abordando la inquietante posibilidad de que nuestra prosperidad biológica y social no sólo se detenga, sino que empeore. Las organizaciones también están expuestas a la regresión cultural y prevenirla es labor de compliance.
Hace algunos años, se publicó en España la terrible experiencia de Raquel A. Su marido de 41 años fue captado por una célula yihadista y pasó de ser una persona “amable, extrovertida, integrada perfectamente en nuestra sociedad… a un individuo cuyas creencias pasaban por la crueldad más absoluta, la imposición, la prohibición”. El filósofo y ensayista José Antonio Marina advierte que nuestras estructuras de convivencia, construidas durante siglos -a las que llama “capital social”-, pueden desplomarse y propiciar que emerjan personalidades atroces. Tres décadas antes, el sociólogo alemán Norbert Elías prevenía de la deshumanización de las estructuras sociales y sobre el riesgo de que nuestro proceso de civilización pudiera revertir por completo. La evolución a mejor no está garantizada, siendo el resultado de un frágil equilibrio que puede quebrar en cualquier momento.
Estudios acerca de la radicalización del pensamiento y de las conductas subrayan la influencia del entorno. El neurólogo y psiquiatra austríaco Viktor Frankl, que estuvo recluido en el campo de concentración de Auschwitz, analizó la conducta de los cautivos y sus guardianes en “El hombre en busca de sentido”, declarado como uno de los diez libros de mayor influencia en los Estados Unidos durante el siglo XX por la Library of the Congresss en Washington. Decía que “hay dos razas de hombres en el mundo, sólo dos: la de los hombres decentes y la de los indecentes. Ambas se mezclan por todas partes y en todas las capas sociales. Ningún grupo social se compone exclusivamente de hombres decentes o indecentes”. Subrayaba que, con independencia de factores biológicos, psicológicos o sociológicos, cualquier persona es siempre capaz de escapar a las influencias del entorno, pues “al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la libertad humana, la libre elección ante las circunstancias para tomar el camino propio”. Un cometido del compliance es recordar que cada persona puede y debe mantener un buen criterio individual y no dejarse influir por malas praxis, aún cuando sean generalizadas. Plantear abiertamente a cada sujeto a qué raza elige pertenecer.
Se considera a Edward O. Wilson el padre de la sociobiología. Decía que las conductas egoístas, aisladamente consideradas, benefician a su autor, pero que los grupos que aglutinan a más sujetos altruistas se imponen sobre los egoístas. Wilson defendía que, en la medida que esto beneficia a los genes del sujeto, termina produciendo una predisposición biológica a la cooperación. Desde una perspectiva de compliance, las conductas irregulares tienen en común que atentan contra esta ventaja de grupo, primando el interés individual, aunque perjudique al colectivo. Pero es duro denunciarlo ante una sociedad que idolatra el éxito personal, encubriendo aproximaciones realmente egocentristas.
La regresión cultural no solo se alimenta del avance insolidario del interés particular, sino también cuando el interés general atropella al individual. La sumisión a la autoridad y supresión de todo criterio propio cimentan igualmente los caminos de la regresión cultural. En las organizaciones, se manifiesta por la paulatina sustitución de la responsabilidad moral por la técnica, dado que siempre es más fácil que otros dictaminen lo técnicamente correcto y limitarse a obedecer. Compliance no está para imponer criterios, incluso siendo los apropiados, sino para convencer con argumentos acerca de su bondad o necesidad. Lo contrario es utilizar esta función para la imposición o manipulación, que constituye la perversión de su finalidad última.
La regresión cultural es, precisamente, el tema que abordo en el video número 8 sobre Reflexiones de Compliance, comentando algunas palancas clave para evitar que se produzca.
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