La Taxonomía europea aspira a convertirse en una herramienta que acelere la transparencia de las cuestiones ESG y suponga una oportunidad estratégica clave para el futuro de las organizaciones. Más allá de las propias exigencias regulatorias para acelerar la descarbonización de la economía, este reglamento también se configura como un impulso decisivo para reorientar las actividades económicas, redefinir la competitividad y transformar los modelos de negocio. Todo ello con el último objetivo de velar por el cumplimiento de los objetivos definidos en el European Green Deal y el Plan para financiar el crecimiento sostenible.
“La Taxonomía europea no solamente es una regulación a la que hay que responder, sino una herramienta estratégica para la definición del negocio sostenible de futuro y, en este sentido, serán las compañías las que definirán las claves de su competitividad y la velocidad con la que quieren ir avanzando en esta senda”, explicó Jerusalem Hernández, socia responsable de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG.
Estas y otras reflexiones formaron parte del encuentro ‘Estableciendo las bases hacia la transparencia’, en el que se presentaron los resultados del informe ‘Taxonomía de la UE: hacia una mayor transparencia en ESG’. El estudio recoge los principales hallazgos tras un primer año de divulgación sobre Taxonomía europea, poniendo especial foco en España. Este reglamento, que se encuentra bajo el paraguas del Plan de Acción de la Unión Europea sobre Finanzas Sostenibles, representa una palanca esencial para lograr el objetivo Net Zero en 2050.
En este sentido, la taxonomía pretende convertirse en un lenguaje que ayude a determinar qué tipo actividades económicas pueden ser etiquetadas como medioambientalmente sostenibles, promoviendo, además, que los flujos de capital centren su mirada en dichas actividades. No obstante, el camino para implantar esta normativa requerirá de esfuerzo y un replanteamiento de las actividades que llevan a cabo las organizaciones.
Y así se refleja en el primer reporte de Taxonomía europea, realizado por las compañías no financieras europeas, pues ha dejado multitud de aprendizajes y aspectos a mejorar en el reporte de dicha información. Como demuestran los resultados del estudio, la calidad de los datos y el proceso de recopilación de estos se ha convertido en todo un reto para las entidades, especialmente ante la falta de medios técnicos y conocimiento concreto al respecto.
A este respecto, las organizaciones no financieras tuvieron que reportar la elegibilidad y, este año, deberán reflejar el grado de alineamiento de las empresas con la Taxonomía. Sin embargo, como advirtió Irene Cabello, directora de Accounting Advisory Services de KPMG, en este primer ejercicio algunas compañías han decidido reportar el grado de alineamiento de manera voluntaria. En cualquier caso, tal y como especificó Natalia Fonseca, Manager de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG, los sectores que presentan un mayor volumen de actividades económicas elegibles han sido los sectores de energía, transporte, construcción y Real Estate.
“Las compañías han mantenido un amplio debate a nivel interno dada la dificultad para identificar estos criterios técnicos, pues el reglamento en algunos casos está sujeto a interpretación”, subrayó Marta Contreras, directora de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG. Por ello, destacó que todas las compañías en la medida de lo posible “deben trabajar para establecer unos criterios homogéneos en todos los países de la UE y entre los diferentes sectores”.
A este respecto, la socia de Accounting Advisory Services de KPMG, Marisa Pérez, insistió en la necesidad de establecer un ‘lenguaje común’, que permita trabajar por un mismo objetivo: lograr un negocio sostenible, tanto desde el punto de vista de la rentabilidad como de las cuestiones ESG.
Otra de las grandes lecciones aprendidas tras este primer ejercicio es dotar de una mayor relevancia al área de control y auditoría interna desde el inicio del proceso. Una vez establecidos los pasos a seguir, la perspectiva de control interno y auditoría se convierte en garante para el control del proceso y la fiabilidad de la información.
En palabras de David Melero, director Gobierno Riesgo y Cumplimiento de KPMG: “Desde el punto de vista de control interno estamos en un momento de madurez, pero el diseño de estos mecanismos de control y auditoría han de ser garantes de fiabilidad de la información. Por ello, tras este primer paso, es muy importante que tomen ese rol y adopten un papel más activo”. Por tanto, será esencial entender el nivel de granularidad de la información y establecer una serie de elementos de control para asegurar que esta sea homogénea y contrastable, sistematizando así los procesos al respecto.
Sin duda, la implantación de nuevos procesos tecnológicos cumple un papel fundamental a lo largo de todo el proceso, así como establecer una estrategia conjunta a nivel corporativo. Como destacó Luis Espinosa, senior mánager de Finance Transformation de KPMG, “las grandes implantaciones tecnológicas han quedado en un segundo plano, pues ya no hablamos de implantar una gran solución que automatice todo, sino de un ecosistema en el que se trabaje conjuntamente”.
Sin embargo, más allá de los propios requerimientos normativos (especialmente relacionados con el etiquetado de la información), las organizaciones necesitan implantar un sólido ecosistema tecnológico, que dote de una mayor seguridad gracias a la verificación de dichos procesos.
No hay duda de que los requerimientos de desglose de la Taxonomía europea suponen un reto para las empresas desde el punto de vista financiero, contable y de reporting. En este sentido, Marisa Pérez destacó la necesidad de realizar un diagnóstico exhaustivo sobre la situación actual de la compañía y su nivel de preparación a la hora de elaborar y reportar dicha información.
En consecuencia, resulta esencial que las corporaciones elaboren un análisis detallado, así como el consiguiente establecimiento de políticas al respecto. En cuanto a la implantación de mejoras, las organizaciones deberán reflexionar desde el inicio sobre la incorporación de nuevos centros de coste y cuentas contables que tengan la suficiente granularidad.
En suma, la Taxonomía europea se traduce en un importante foco estratégico para la definición del futuro del negocio. Y serán, en consecuencia, las propias compañías las que deberán establecer cuáles son las claves de su competitividad y cuál deberá ser la velocidad para avanzar en el cumplimiento de este reglamento. “Esa capacidad que tiene la Taxonomía de hacernos atractivos es, sin lugar a duda, uno de los factores más importantes”, concluyó Jerusalem Hernández.
Deja un comentario