Los procesos de selección para la incorporación de nuevos trabajadores suelen deberse a la necesidad de crear una nueva posición o cubrir una vacante. Sin embargo, más allá de las competencias técnicas y de la experiencia del candidato, puede ocurrir que su contratación venga directamente condicionada por su vínculo y su poder de influencia sobre terceros susceptibles, de favorecer a la organización, sea del ámbito público o privado. También como forma de retribuir un favor pasado, presente o futuro.
A este tipo de incorporaciones se les conoce en algunas organizaciones como “paracaidistas”, por el desconcierto que generan entre compañeros y pueden ser consideras una práctica de corrupción.
Cuando su objetivo es ese, es una praxis difícil de trazar, dado que no llevan aparejados pagos o transacciones financieras sospechosas, ni suele ser evidente una relación causa-efecto entre la contratación y los beneficios de negocio obtenidos. Además, cuantas más personas trabajan en una organización, más diluido queda el efecto de una incorporación interesada.
En el siguiente video de esta Serie analizo cuándo las ofertas de empleo pueden cuestionarse por parecer que encubren ciertas prácticas corruptas, así como algunas cautelas para evitar estas situaciones.
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