Siempre tuvo claro que quería transformar la movilidad en las ciudades y reducir el impacto que esta tenía en la salud y el medioambiente. Y apenas superados los 30, fundó la empresa que lo empezó a cambiar todo. Ahora, Juan de Antonio, presidente ejecutivo y fundador de Cabify, mira al futuro con ese mismo objetivo: convencido de que la movilidad en las ciudades debe contar con una amplia oferta que complemente al transporte público, que se debe impulsar al ecosistema de las startups y proteger al usuario. Y que, en plena carrera para incorporar al mejor talento, toda organización con un propósito claro, motivador, y que apueste por el bienestar de sus empleados, atraerá a los mejores.
RESPUESTA. Nos encontramos en un momento idóneo para asentar las bases de la que será la movilidad urbana del mañana, y hay ciudades que ya están avanzando. De hecho, la pandemia fue un punto de inflexión para algunas de ellas, como Londres o París, que comenzaron a realizar la primera fase de esta transformación. Y hay estudios que sitúan a Madrid como una de las diez ciudades europeas con mejor puntuación en el subíndice de movilidad sostenible, que analiza el compromiso de las grandes urbes con la movilidad neta cero.
Si miramos a nuestro alrededor, apreciamos con claridad que resulta necesaria una alternativa al coche particular para lograr ciudades más habitables y sostenibles. La realidad es que los vehículos privados se utilizan menos del 5% del tiempo de media y más de dos tercios de la ciudad se dedica a ellos, ya sea para circular o, peor aún, para que estén aparcados. Parece obvio que las alternativas de transporte compartidas pueden ayudar a transformar las ciudades hacia lugares con más espacios para las personas y menos para los coches particulares. Aquí el transporte público tiene una misión esencial, pero otras alternativas discrecionales deben tener también un papel relevante para conformar una oferta variada y de calidad a ciudadanos y visitantes. La descarbonización de la movilidad debe convertirse en una prioridad para las ciudades donde, junto con el transporte público, se apueste por opciones de movilidad sostenibles, donde se incluyen taxis, VTCs, motos de alquiler, coches compartidos o bicicletas, entre otros.
En Cabify estamos sumando esfuerzos para avanzar hacia esa descarbonización de la movilidad urbana. Ofrecemos, por un lado, diferentes alternativas a los usuarios y, por otro, apostando por la electrificación para alcanzar un ambicioso objetivo: lograr que el 100% de los viajes en la plataforma sea en flotas descarbonizadas para 2025 en España y en 2030 a nivel mundial. En este sentido, en diciembre del año pasado, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) concedió a Cabify un préstamo de 40 millones de euros orientado a incorporar coches eléctricos y la infraestructura de recarga necesaria para operarlos. Esta concesión pone de relieve la importancia que Europa otorga a la electrificación de la movilidad en las ciudades.
R. Estamos viviendo un periodo difícilmente comparable con otros a lo largo de la historia. La tecnología ha diluido algunas fronteras que parecían imborrables hasta hace unos años, y esto ha provocado que la carrera por atraer talento se libre en un tablero global, en lugar de competir en un entorno local (hasta el siglo XIX) o nacional (principalmente en el siglo XX). Con este contexto vemos que hay profesionales que quieren ocupar su jornada laboral en un empleo con el que estén comprometidos, con una misión de empresa que les motive, y con unas condiciones que se adapten a lo que necesitan para conciliar con su vida personal.
El equipo tecnológico de Cabify está compuesto por más de 300 personas, lo que lo convierte en uno de los equipos de tecnología de una scale-up más grandes de Europa. Esto atrae talento, genera nuevo conocimiento y revierte en un ecosistema emprendedor. Las medidas de fidelización son variadas: además de un salario competitivo, planes de stock options y un plan de carrera, nuestro equipo cuenta con medidas de conciliación como los ‘Recharge Day’, 12 viernes libres al año que se suman a los 24 días de vacaciones que tiene cada empleado, o la flexibilidad para teletrabajar desde cualquier zona horaria europea o americana ya que, aunque nuestro centro tecnológico tiene su sede en España, somos un equipo global.
R. Cabify nació con el objetivo de hacer de las ciudades lugares mejores para vivir. Y esto pasa por transformar las ciudades para hacerlas más accesibles, apoyándonos en la descarbonización de la movilidad urbana. Los objetivos de la compañía son ambiciosos y valientes, y se establecen en el largo plazo. Sin embargo, los objetivos a corto y medio plazo deben estar completamente alineados con esa meta que guía a la compañía, y que es la única manera de no desviarse del camino previsto.
La forma de involucrar a los empleados es algo más compleja, pero es fundamental. En el caso de Cabify, la Estrategia de Negocio Sostenible que establece las prioridades y retos que tenemos por delante hasta 2025 marca 7 ejes de acción y más de 70 proyectos que son completamente transversales, y donde todos los departamentos y equipos tienen relevancia.
Si la empresa tiene un propósito claro, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, y una forma de hacer las cosas guiada por comportamientos éticos, encontrará talento suficiente para seguir desarrollándose. El punto extra es fidelizar este talento y hacerle sentir parte de la compañía, para conseguir ese plus que es difícil de alcanzar por otras vías.
La cultura de Cabify es muy fuerte y eso permea en todas las personas que forman parte del proyecto. Esta mentalidad se refleja también en las más de 80 empresas creadas por ex-empleados en 15 países, un efecto multiplicador que va más allá de nuestro negocio concreto y que demuestra la capacidad de las personas de creer en un propósito y llevarlo al frente.
Hasta ahora las administraciones han ido dando pasos adelante en el ámbito regulatorio para garantizar que las empresas cumplan con sus obligaciones en materia de privacidad, y los últimos avances han sido realmente positivos para los ciudadanos. Europa parece que va un paso por delante de otras regiones en este ámbito, y esto puede ser un valor diferencial para las empresas europeas, que aporten mayor transparencia y garantías a sus usuarios.
En cualquier caso, las empresas, por nuestra parte, tenemos la responsabilidad no sólo de cumplir con la regulación vigente, sino de añadir una capa extra de seguridad que garantice la absoluta privacidad de nuestros usuarios.
Por último, cabe reflexionar sobre qué datos necesitamos de nuestros usuarios ¿Es necesario que preguntemos a una persona que quiere utilizar un servicio de movilidad si tiene más de 45 años? En el caso de Cabify, tenemos claro que hay datos necesarios, como comprobar que tienes un carné de conducir válido si quieres coger una moto de alquiler, pero no pediremos más información de la estrictamente necesaria a nuestros usuarios para empezar a viajar con nosotros en taxi o VTC. Basta con un correo electrónico y un número de teléfono para pedir un viaje a través de la app de Cabify.
R. El ecosistema startup de empresas digitales y tecnológicas ha evolucionado mucho en la última década, pero aún tenemos mucho potencial. La ley de startups en España aún tiene bastante recorrido por delante. Es una buena base sobre la que asentar el desarrollo futuro para empresas tecnológicas que se encuentran en un escalón por encima. Por ejemplo, el tratamiento fiscal de planes de incentivos a empleados está pendiente de mejorar para ser competitivos con otros países. Hoy en día, el régimen de stock options no permite a las empresas españolas atraer talento en las mismas condiciones que una empresa de Reino Unido, por ejemplo. Y esto, en el entorno competitivo de talento al que hacíamos referencia, puede ser determinante para el crecimiento o estancamiento de una empresa, especialmente en sus primeros años de vida. Por otro lado, es necesario impulsar la inversión en I+D+i, entendiendo que las empresas que generan conocimiento repercuten positivamente en el entorno. Reconocer el valor añadido de estos proyectos es imprescindible para incentivarlos. Muchas veces veo a países que cogen de la mano a sus principales scale-ups tecnológicas y las muestran al mundo como un gran logro colectivo del que nos haga sentir orgullosos. Eso es muy importante, pero me temo que en España todavía no hemos llegado a este punto.
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