Un equipo de investigadores de la Universidad de Australia Occidental (UWA) descubrió y documentó recientemente un delfín ofreciendo obsequios a otro. El ejemplar de delfin (Sousa sahulensis) recogía del fondo marino una esponja para obsequiar con ella a un ejemplar hembra, se intuye que con intenciones amorosas… No es el único ejemplo de obsequios en el mundo animal, habiéndose observado también en otros mamíferos, aves e incluso insectos. Es más, se producen obsequios entre especies, como las piedrecillas y demás objetos que recibe la pequeña Gabi Mann de los cuervos de su barrio de Seattle, que tanto sorprenden a los investigadores.
La práctica totalidad de exploradores, desde Marco Polo en tierras de Asia hasta el Capitan Cook en los mares australes, recurrieron a obsequios para entablar relaciones de concordia con las poblaciones locales y poder así continuar sus viajes en paz. Normalmente, fueron correspondidos de igual modo, aunque dichas comunidades no hubiesen establecido antes contacto con la civilización occidental. El ritual de obsequiarse recíprocamente no obedece a una sola cultura, estando profundamente arraigado en el ser humano. Sociólogos y economistas discuten el sentido de esta liturgia, omnipresente en nuestros usos y costumbres, sin que todavía hayan concluido al respecto: algunos dicen que nació como elemento igualador de la riqueza, mientras que otros apuntan a que es una forma de apuntalar el poder y jerarquía entre sujetos. Posiblemente haya algo de cierto en estas aproximaciones, pero lo que está fuera de dudas es que las atenciones sociales favorecen cimentar vínculos emocionales positivos. O al menos esta esperanza albergaba nuestro delfín enamorado.
Las prácticas de hospitalidad también las hallamos en muchas culturas, desde los pueblos Inuit en Groenlandia, Siberia y norte de Alaska y Canadá, hasta las comunidades Pashtun de Pakistan y Afganistan, pasando por las tribus bereber en el norte de Africa. Procurar a las personas que se hallan fuera de su entorno los medios que les faciliten desenvolverse e incluso garanticen la supervivencia es una costumbre igualmente extendida, que podría ser una derivación de la denominada “Regla de oro” presente en todas las culturas y religiones: tratar a los demás como quisiéramos ser tratados.
Sería erróneo pensar que la función de Compliance pretende erradicar usos sociales de aceptación general, comunes además en muchas civilizaciones. Kenneth Clarke, Secretario de Estado para la Justicia, prologó en marzo de 2011 la Guía de aplicación a la UK Bribery Act del Ministerio de Justicia británico. Sentados los esfuerzos que se esperan de las organizaciones en la lucha contra la corrupción, señala literalmente que nadie pretende prohibir el acercamiento a sus clientes llevándolos a Wimbledon o al Grand Prix. Es una forma de remarcar que no hay que confundir las conductas corruptas con usos socialmente aceptados. Pero, ¿dónde está la frontera?
Basándonos en la definición de soborno que contiene el estándar más moderno sobre la materia, la norma ISO 37001 sobre sistemas de gestión antisoborno, los comportamientos de soborno suponen una conducta ilegal que constituya un incentivo o la recompensa a un trato de favor. Aunque los usos socialmente aceptados no suelen ser ilegales, es cierto que, dependiendo de sus características y las circunstancias en que se producen, pueden llegar a considerarse o ser percibidos como sobornos. La cuantía económica de la atención, su transparencia, el destinatario o el momento en que se producen son factores a considerar a la hora de evaluar la permisibilidad de determinadas prácticas. Son cuestiones que trato en el documento número 3 de la Serie sobre Compliance avanzado, analizando la taxonomía moderna de actividades conflictivas desde la perspectiva de la corrupción, que incluyen aquellas que pueden encubrir un soborno o ser interpretadas como tal.
En cualquier caso, normalmente se espera de la función de Compliance mucho más que negar los obsequios y actos de hospitalidad irreflexivamente, desarrollando y documentando los análisis que justifiquen incardinar o rechazar ciertos usos sociales en el contexto de una gestión empresarial responsable, alejada de tratos de favor y ventajas anticompetitivas. No es tarea fácil en un mundo culturalmente diverso, pero tal complejidad es la que precisamente requiere profesionales formados y con fundamentos sólidos de Compliance.
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