El entorno geopolítico y macroeconómico es ciertamente complejo, así viene siendo en los últimos años. Cuesta recordar un tiempo en el que las organizaciones no hayan tenido que adaptarse a sucesos inesperados, a tecnologías que suponen un punto de inflexión en el modelo de negocio y en la relación con los clientes, y a las demandas de todos los grupos de interés en la aportación a los retos comunes. Pero todas estas dificultades se han ido sorteando con agilidad, desde el talento y la apuesta decidida por una transformación que permita un crecimiento sostenible y sostenido en el tiempo.
Todo ello ha repercutido, sin duda, en una mayor capacidad de resiliencia del tejido empresarial. Los directivos y empresarios son ciertamente conscientes de las dificultades que tienen ante sí, se muestran cautos al ser preguntados por la evolución de la economía. Sin embargo, al mismo tiempo, muestran confianza y optimismo al compartir las perspectivas de sus propias organizaciones. Esta es la principal conclusión que se extrae de la primera encuesta de la II edición del proyecto ‘Pulso empresarial’, que impulsamos desde KPMG junto con La Vanguardia.
Las organizaciones han demostrado su capacidad de capear temporales, de adaptar sus estrategias ante posibles disrupciones y de continuar alcanzando sus objetivos de crecimiento y transformación. De este modo, a la vez que tratan de mitigar los efectos de desafíos como la inflación o los conflictos geopolíticos, no dejan de lado la visión estratégica, y apuestan decididamente por nuevas palancas sobre las que confiar su crecimiento y mejorar su competitividad.
El panel de empresas que conforman este proyecto, que representan más del 25% del PIB catalán, nos permite extraer una lectura en profundidad sobre los retos, oportunidades y prioridades para el tejido empresarial. Una lectura que no solo es útil y enriquecedora desde el punto de vista de las corporaciones catalanas, sino desde una mirada que bien puede extrapolarse al tejido empresarial nacional y europeo.
Pese a que los directivos se mantienen prudentes sobre las perspectivas de la evolución de la economía y son conscientes de que puede impactar en el crecimiento de su organización, lo cierto es que son optimistas respecto a cómo evolucionará su facturación y su capacidad de inversión: un 58% de los encuestados en el panel confían en que aumentarán en los próximos meses.
Enfocados en mejorar su competitividad y encontrar nuevas fórmulas de creación de valor, las organizaciones centran sus esfuerzos en consolidar y extraer el máximo provecho de la transformación sostenible. No solo para responder a los distintos requerimientos normativos y crecientes demandas de los grupos de interés, sino para impulsar el valor de sus compañías, mejorar sus procesos y obtener nuevas ventajas competitivas en el mercado.
Asimismo, los empresarios reconocen la necesidad de diseñar e implantar una estrategia clara y específica que asegure su transformación e impulse el crecimiento sostenible de su compañía. Para cumplir con este objetivo, será indispensable apostar por la innovación y la transformación digital, que ayude no solo a mejorar y eficientar procesos, sino a desarrollar nuevas soluciones, productos y servicios que marquen la diferencia.
Sin duda, ambas transformaciones (digital y sostenible) serán fundamentales para afrontar los desafíos y riesgos que revisten el actual entorno. La elevada y persistente inflación, unido a la inestabilidad geopolítica y a los problemas sobre la demanda, constituyen desafíos clave que continuarán alterando las perspectivas de crecimiento de las empresas en el corto y medio plazo. Por este motivo, será esencial poner el foco en los mapas de riesgos de las compañías para minimizar el posible impacto de las actuales amenazas, que cada día se encuentran más interrelacionadas y se contagian con rapidez.
En este sentido, no cabe duda de que la gestión de riesgos necesita ser cada vez más eficiente y dinámica en sus procesos, por lo que deberá apalancarse en las nuevas tecnologías, además de estar ampliamente supervisada por los consejos de administración y cada vez más conectada a negocio.
En definitiva, las organizaciones afrontan el cambio como una oportunidad de crecimiento y transformación. Citando al célebre filósofo Heráclito, hace ya más de 2.500 años, ‘nada es permanente a excepción del cambio’ y esta premisa apenas ha perdido un ápice de vigencia hasta nuestros días. Precisamente son los momentos de incertidumbre los que nos obligan a reflexionar, replantear y apostar por nuevos caminos de crecimiento sobre los que proyectarnos y trascender.
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