Hablamos constantemente, sin pensar demasiado en el efecto de nuestras palabras sobre los demás. Si fueran un bien escaso, racionado, ¿a cuáles daríamos más importancia? Recientemente, los avances de la ciencia permitieron a un hombre de 34 años afectado de parálisis total por esclerosis lateral amiotrófica volver a comunicarse. Dos pequeños implantes cerebrales obraron ese milagro, pero lo que más impactó a la sociedad fueron sus primeras palabras, tras años de silencio forzado.
Aunque no lo parezca, todo cuanto decimos ejerce una influencia formidable sobre las personas de nuestro entorno. Este poder crece cuanto mayor es nuestra influencia sobre ellas: las reprobaciones o mensajes de aliento de familiares o amigos llegan directamente a nuestro corazón. En un experimento de varios investigadores norteamericanos, un grupo de voluntarios sanos se expusieron deliberadamente a un virus del resfriado y de la gripe, comprobándose que enfermaban con más facilidad en ausencia de seres queridos a su alrededor. La compañía y, sobre todo, las verdaderas palabras de consuelo contribuyen a nuestra estabilidad emocional y salud.
En un entorno social y laboral plagado de conductas tóxicas, nos reconforta su precupación auténtica por nosotros. El psicólogo y primatólogo Frans de Waal asegura que raramente calculamos los costes y beneficios de nuestro comportamiento entre familiares y amigos. En realidad, no somos el “homo economicus” del que se habla. A la luz de todo ello, la función de compliance tiene muchas oportunidades para influir positivamente en su entorno social.
El neorólogo Niels Birbaumer había sido acusado de mala conducta científica, a causa de unos resultados aparentemente sesgados sobre pruebas médicas en 2017. Pero no cesó sus investigaciones para que personas con ELA avanzada pudieran “hablar” por medio de un chip y una interfaz cerebro-ordenador, conocida por sus siglás en en inglés BCI. Cuando concluyó exitosamente sus ensayos, el ciéntífico coatuor del estudio Ujwal Chaudhary declaró que uno de los momentos más emotivos se produjo al conocer las primeras palabras de una persona privada por años de cualquier comunicación con el entorno.
El célebre autor de “El Pricipito”, Antoine de Saint-Exupery, escribió, “si hago balance de las horas que han valido la pena, siempre me encuentro con aquellas que no me procuraron ninguna fortuna”. Posiblemente, si examinamos nuestros mejores momentos llegaremos a esa misma conclusión. El escritor no escatimaba ocasiones para ponerlo en varlor, concluyendo: “solo existe un lujo verdadero, y es el de las relaciones humanas”.
Como era previsible, la primera palabra que expresó el paciente de Birbaumer fue “gracias”. Pero contrajo el corazón de todos escuchar después “amo a mi hijo”, pidiendo ver una película de Disney junto a él. En una sociedad individualista, saturada de expresiones huecas y culto al éxito, relegamos expresiones de gratitud y de amor que, sin embargo, son las más importantes en momentos vitales críticos. Los recuerdos de las personas que más han impactado positivamente en nuestras vidas son siempre emocionales, nunca técnicos.
Ver una película de Disney con un ser querido, como infinidad de pequeñas cosas, hacen brillar nuestra calidad humana. Por eso, compliance no es solo un conjunto de conocimientos y técnicas, sino también una oportunidad maravillosa de repercutir sobre los demás y ocupar un lugar privilegiado en sus recuerdos.
Durante el año 2023 han seguido produciéndose avances científicos para ayudar a comunicarse a personas privadas del habla, aplicando la IA para ayudar a articular palabras y mensajes.
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