La semana pasada, el Banco Central Europeo tomó la decisión de rebajar en 25 puntos básicos (un cuarto de punto, como suele decirse) sus tipos básicos de intervención. A pesar de que puede considerarse una bajada muy moderada, considerando el nivel de subida de los tipos en los últimos años, lo cierto es que se trata de un cambio relevante demostrando aquello de que “el camino de mil millas se inicia con un (pequeño) paso”.
Así, el Banco Central Europeo (BCE) ha optado por la prudencia, como es lógico, y responde a su naturaleza, optando por una pequeña bajada que ya había sido anticipada por el mercado. Una bajada que implica, no obstante, que el Banco Central considera que la inflación, que lleva monitorizando con atención durante los últimos meses, está de alguna manera, “bajo control”.
Esto no significa, en absoluto, que el nivel de inflación se encuentre en el lugar deseado por la autoridad monetaria europea pues, de hecho, está todavía claramente por encima del objetivo del 2%. Solamente muestra que, si las cosas continúan desarrollándose del mismo modo, se irá produciendo un progresivo descenso hasta quedar, se estima, por debajo del nivel máximo que constituye el objetivo del Banco Central Europeo.
En este sentido, a día de hoy, descartados los temidos efectos de segunda ronda y en un momento en que el comportamiento de los precios de la energía está ayudando a contenerla, son sobre todos los precios de los servicios los que muestran una mayor resistencia a la contención y éstos son menos sensibles a las restricciones de la política monetario que otros.
La bajada pues, anticipa ese momento en que la inflación se irá aproximando al objetivo, y se adelanta también a una decisión equivalente, igualmente esperada, por parte de la Reserva Federal norteamericana. Mi pronóstico es que esa bajada no tardará en producirse.
Lo importante, en consecuencia, no es esta pequeña bajada, de efectos quizá escasamente relevantes para quienes se encuentran endeudados mediante contratos referenciados al Euribor, sino que anticipa el camino a bajadas sucesivas, quizá no inmediatas, que se irán acomodando a la senda descendente de la inflación.
Esta es la razón por lo que los efectos de la misma habían sido ya anticipados días atrás de modo que el Euribor venía mostrando una tendencia descendente en las últimas semanas que, en mi opinión, irá acompañando las sucesivas decisiones de bajada de tipos por parte del Banco Central Europeo.
Aunque modesta, esta bajada contribuirá al crecimiento de la economía europea, no tanto por sus efectos directos sino porque la evolución previsible de las condiciones de financiación será tenido en cuenta por los agentes económicos a la hora de tomar sus decisiones y puede también ayudar a la reactivación de los mercados de capital.
Claramente, esta bajada, no tanto, de nuevo, por ella misma, sino por lo que implica a medio y largo plazo, es una buena noticia para la economía europea y, sobre todo, para todos los agentes económicos endeudados en contratos referenciados al Euribor ya se trate de administraciones públicas, empresas (grandes y pequeñas) y familias, ya se trate de financiación hipotecaria, al consumo o de cualquier otra índole.
De cara a los próximos meses, los tipos continuarán bajando, con más lentitud y de forma menos abrupta de lo que se pensaba hace algunos meses, acomodándose al descenso, igualmente progresivo, de la inflación y lo mismo ocurrirá, previsiblemente, en Estados Unidos, siempre y cuando nada nuevo suceda que afecte a ese esperado descenso de la inflación y, si alguna lección nos han dejado los últimos años es la de esperar lo imprevisible.
Igualmente, el descenso no llevará a los tipos a un nivel similar al que llegaron a alcanzar en los tiempos de los tipos “cero” o “negativos”. Los efectos de toda índole de esa política monetaria “de excepción” no son positivos y es de esperar que el Banco Central lo evite.
Por último, los bancos españoles se beneficiarán del hecho de que los tipos, bien entrado el año, se mantienen en niveles superiores a lo que se esperaba hace no tanto tiempo, lo que garantiza que los resultados de este año serán positivos, como ya lo fueron los dos últimos años y que ese descenso paulatino y moderado que se ha descrito los deja en una posición razonablemente confortable de cara al año próximo. En paralelo, el mayor dinamismo de la economía española, con un buen nivel de empleo y la mejora de las condiciones financieras, debería proporcionarles oportunidades adicionales de crecimiento.
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