ESG

¿Cuál será el impacto sectorial de lo acordado en la COP29?

En un momento en el que los desastres climáticos estaban más presentes que nunca, las expectativas en torno a la Cumbre Mundial por el Clima (COP29) eran altas. Con casi 70.000 líderes mundiales, negociadores, observadores y activistas de 200 países congregados en Bakú (Azerbaiyán), esta se ha convertido en la segunda COP más grande de la historia después de la del pasado año, y tenía un objetivo muy claro: aumentar el objetivo de financiación climático. Y así ha sido: la cita mundial por el clima culminaba con un acuerdo que permitirá triplicar la financiación a los países en desarrollo a 300.000 millones de dólares anuales para 2035.

Porque el reto sigue estando lejos. Tal y como exponía la edición 2024 del Informe sobre la Brecha de Emisiones, publicado en vísperas de la COP29, para alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales, los países deberán reducir en un 42% las emisiones para 2030. Y, para ello, la financiación es clave.

Así, el Nuevo Objetivo Cuantificado Colectivo sobre Financiación Climática (NCQG) representa un avance hacia los objetivos del Acuerdo de París. Sin embargo, sigue estando lejos de las necesidades de financiación reportadas por los países en desarrollo en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional.

Se ha calculado que, siguiendo los planes climáticos actuales, el aumento de la temperatura será de entre 2,6 °C y 3,1 °C durante este siglo. Y, según se indica en el tercer párrafo del acuerdo, estas necesidades ascienden a entre 5,1-6,8 trillones de dólares hasta 2030 en mitigación y entre 215-387 billones de dólares anules hasta 2030 en adaptación.

A pesar de todo ello, y de que los avances no estén siendo lo rápidos y ambiciosos que sería deseable, el compromiso sigue fortaleciéndose, al menos, por parte de las organizaciones: mientras en 2023, solo un 10% de los CEO españoles situó la ejecución de iniciativas ESG como principal estrategia para alcanzar los objetivos de crecimiento de su organización, en 2024 ese porcentaje se ha duplicado hasta alcanzar el 22%. Son datos del 2024 KPMG CEO Outlook, que evidencia que los asuntos ESG han consolidado su relevancia en las agendas corporativas.

La banca, ante el reto de financiar la acción climática

Durante la cumbre, “los negociadores lograron un acuerdo ambicioso de financiación, estableciendo expectativas justas para los contribuyentes, y poniendo el foco en movilizar una inversión sustancial del sector privado. Sin embargo, persiste el desafío de garantizar que los compromisos financieros se traduzcan en una cartera de proyectos y en acciones reales sobre el terreno, en particular para los países en desarrollo”, tal y como destaca Teresa Royo, socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España.

Así, una vez fijado ese nuevo objetivo de financiación, el siguiente paso es garantizar y coordinar el acceso a la misma. Un tema que ha copado gran parte de las conversaciones y debates a lo largo de esta COP y que también ha quedado reflejado en el acuerdo. El texto señala que hay capital suficiente a nivel mundial para cerrar esta brecha, pero siguen existiendo barreras para hacer fluir el capital a la acción climática, lo cual pone de manifiesto la necesidad de seguir trabajando para, también, triplicar el acceso a capital en 2030 con respecto a los niveles de 2022.

Será necesaria la colaboración de todos los agentes, públicos y privados, a fin de hacerla posible, lo que implicará la colaboración del sector bancario y, muy particularmente, de los bancos europeos, que se han mostrado comprometidos con los objetivos perseguidos en estas cumbres".
Francisco Uría
Banking & Capital Markets Global Head y socio responsable del sector financiero en España

En este sentido, para Francisco Uría, Banking & Capital Markets Global Head y socio responsable del sector financiero en España, la colaboración entre todos los agentes será imprescindible: “El objetivo del acuerdo es el de garantizar suficiente financiación para que los países en desarrollo puedan cumplir con los objetivos en los plazos previstos. Obviamente, dada la importancia de la ayuda comprometida, será necesaria la colaboración de todos los agentes, públicos y privados, a fin de hacerla posible, lo que implicará la colaboración del sector bancario y, muy particularmente, de los bancos europeos, que se han mostrado consistentemente comprometidos con los objetivos perseguidos en estas cumbres”.

Persiste el desafío de garantizar que los compromisos financieros se traduzcan en una cartera de proyectos y en acciones reales sobre el terreno, en particular para los países en desarrollo"
Teresa Royo
Socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG en España

Energía: hacia un sistema internacional de comercio de carbono

También el año pasado se acordó un fuerte impulso a las energías renovables. Concretamente, el texto pedía a los firmantes “triplicar la capacidad mundial de energías renovables” y “duplicar la eficiencia energética para 2030”. Y precisamente el nuevo objetivo de financiación climática ayudará a seguir avanzando en esta senda, pues se inspira en los importantes avances en la acción climática mundial en la COP27, que acordó un Fondo de Pérdidas y Daños histórico, y la COP28, que presentó un acuerdo mundial para abandonar todos los combustibles fósiles en los sistemas energéticos de manera rápida y justa, triplicar la energía renovable e impulsar la resiliencia climática.

Sin embargo, sobre “el principio del fin de los combustibles fósiles” no se llegó a buen puerto en esta COP29. Y, hoy, alrededor del 60% de la electricidad global se genera a partir de combustibles fósiles, una cantidad que, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), deberá reducirse en un 30% para 2030 si queremos que el mundo alcance las cero emisiones netas.

A pesar del progreso notable en energías renovables en la última década, la industria está por el momento lejos de contar con la escala necesaria para abastecer el 77% del mundo con energías renovables para 2050”.
Eduardo González
Socio responsables de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España

Es por ello que, tal y como subraya Eduardo González, socio responsables de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España, es necesario un gran impulso al almacenamiento y a las tecnologías energéticas renovables. “La energía eólica y solar, y las tecnologías de apoyo, al igual que el propio almacenamiento de energía, han progresado mucho en la última década. Han mejorado su rendimiento, han aumentado la producción y, lo más crítico, han reducido sus costes más allá de lo que muchos creían posible. Pero, a pesar del progreso notable en energías renovables en la última década, la industria está por el momento lejos de contar con la escala necesaria para abastecer el 77% del mundo con energías renovables para 2050”, añade el socio responsables KPMG.

Aún hay un largo camino por delante que requiere la voluntad y compromiso de todos

Por otro lado, se han conseguido avances en otras áreas, como el Artículo 6 del Acuerdo de París (referente al desarrollo de mercados de carbono), donde los países aprobaron reglas que crearán un sistema internacional de comercio de carbono, que podría ayudar a los países a cumplir sus objetivos sobre mitigación de emisiones si las reglas se aplican estrictamente.

Tecnología: el gran aliado de la acción climática

Algo que queda patente dada la envergadura del reto por el clima es que solos va a ser complicado alcanzarlo. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de las Naciones Unidas, las tecnologías digitales pueden ser herramientas clave para acelerar el cumplimiento de los objetivos, ya que desempeñan un papel fundamental en la monitorización climática y los sistemas de alerta temprana.

Por ejemplo, la inteligencia artificial (IA) y los macrodatos pueden desempeñar un papel fundamental en la optimización del consumo de energía, los centros de datos pueden optimizar la eficiencia energética, agilizar las operaciones y reducir su huella de carbono. Sin embargo, a medida que aumenta el uso de productos y servicios digitales, también lo hace la cantidad de energía y agua utilizadas y los residuos electrónicos producidos.

La Declaración de la COP29 sobre la Green Digital Action (Acción Digital Verde) reconoce la importancia de las tecnologías digitales para mitigar y adaptarse al cambio climático. Los objetivos de la declaración subrayan cómo las innovaciones digitales pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y proporcionar herramientas de alertas tempranas que pueden salvar vidas.

Los pilares sobre los que trabaja esta Acción Digital Verde son esenciales para lograr la descarbonización e incluyen: las emisiones de gases efecto invernadero del sector ICT, estándares verdes, economía circular, telecomunicaciones para emergencias, open data, green computing, y la tecnología como facilitador de la descarbonización de otras industrias”.
Ana Peñuela
Socia en el área de Technology Enablement de KPMG en España

Desde su lanzamiento en la COP28 en 2023, la Green Digital Action (Acción Digital Verde) ha trabajado para unir los esfuerzos de la comunidad digital mundial en el desarrollo de soluciones prácticas, impulsar el apoyo climático de toda la industria y fortalecer los marcos globales para que haya un reporting de su seguimiento. Y es que “los pilares sobre los que trabaja esta Acción Digital Verde son esenciales para lograr la descarbonización e incluyen: las emisiones de gases efecto invernadero del sector ICT, estándares verdes para la industria, economía circular, telecomunicaciones para emergencias, open data, green computing, y la tecnología como facilitador de la descarbonización de otras industrias”, recuerda Ana Peñuela, socia en el área de Technology Enablement de KPMG en España.

Agricultura y consumo: ante un aumento de los desastres climáticos

Además de todo ello, el propio cambio climático tiene devastadoras consecuencias en aspectos tan fundamentales como el ciclo hidrológico, que impacta directamente en la agricultura. La crisis mundial del agua se agrava y desestabiliza el ciclo hidrológico, con enormes consecuencias para las economías, las sociedades y el planeta. Las sequías y las inundaciones, cada vez más frecuentes y devastadoras, son manifestaciones locales de un ciclo hidrológico desestabilizado.

Según el Foro Económico Mundial, los sistemas alimentarios también están en peligro, sobre todo porque el 55% de los alimentos del mundo se cultivan en zonas con una disminución del almacenamiento de agua. Se calcula que el 23% de la producción mundial de cereales podría perderse si, como consecuencia de ello, el regadío dejara de ser viable.

Las disrupciones climáticas tienen un elevado impacto en el sector agrícola y generan cada vez más distorsiones en términos de disponibilidad de productos y volatilidad de precios a lo largo de la cadena de valor global alimentaria".
Enrique Porta
Socio responsable de Consumo y Retail de KPMG en España

En palabras de Enrique Porta, socio responsable de Consumo y Retail de KPMG en España, “las disrupciones climáticas tienen un elevado impacto en el sector agrícola y generan cada vez más distorsiones en términos de disponibilidad de productos y volatilidad de precios a lo largo de la cadena de valor global alimentaria. Ante la mayor frecuencia y magnitud de estos fenómenos adversos, tal y como se ha discutido en la COP29 será clave reforzar simultáneamente la reacción y la prevención. Por un lado, facilitando vías de compensación y financiación, especialmente para los países y colectivos más expuestos y vulnerables; y, por otro lado, favoreciendo la transición hacia técnicas más sostenibles y la adopción de tecnologías orientadas a mejorar la resiliencia de los cultivos, optimizar rendimientos y permitir un uso más sostenible de los recursos”.

En definitiva, hay aún un largo camino por delante que requiere la voluntad y compromiso de todos. Y, aunque los acuerdos de la COP29 no son vinculantes, sí que trasladan un mensaje de urgencia y de necesidad de avance para los próximos años, para acercarse al gran objetivo del Acuerdo de París.