En los últimos años, hemos sido testigos de cómo organizaciones de diversos tamaños y sectores han digitalizado las funciones de riesgo, control y cumplimiento. Desde grandes entidades financieras con departamentos bien dimensionados, hasta pequeñas y medianas empresas con equipos reducidos. Ha sido impresionante observar cómo empresas con recursos y capacidades tan dispares han demostrado el potencial transformador de las tecnologías emergentes en su camino hacia la mejora del aseguramiento y la protección del negocio.

En primer lugar, cabe resaltar el poder transformador de un enfoque más holístico, con un discurso más robusto dirigido a los consejos y comités en relación con la efectividad de los mecanismos de control. Este enfoque no solo es más potente e innovador, sino que se basa en la totalidad de la población de datos, en lugar de depender de muestras que podrían ser más o menos representativas. Este análisis completo nos permite proporcionar un mensaje más relevante y valioso a nuestros interlocutores, lo que aumenta la pertinencia y el valor añadido de nuestras conclusiones.

En segundo lugar, la automatización actúa como un acelerador al evolucionar nuestra metodología de un modelo tradicional a uno mucho más eficiente. La minería de procesos nos permite identificar rápidamente el diseño real del Happy Path o camino crítico dentro de un proceso, detectando desviaciones en cuestión de segundos. El resultado final de este análisis es una conversación con los responsables de los procesos sobre lo que no sabían acerca de sus propios procesos y de las exposiciones al riesgo, no solo de incumplimiento y riesgos operativos, sino también de ineficiencia, lo que aporta un valor significativo a su función.

Adicionalmente, resulta clave no pasar por alto el poder de optimizar la asignación de recursos. Las tareas recurrentes y de menor valor son reemplazadas por un enfoque más estratégico, que permite dedicar más tiempo a iniciativas de mayor impacto. Esto es clave en áreas de riesgos que no se pueden evaluar regularmente por la falta de recursos, o incluso en aquellas que nunca han estado sujetas a evaluación.

El potencial transformador de la tecnología, al integrarse en nuestros procesos, nos lleva a un cambio de paradigma. El valor adicional que se genera al incorporar la tecnología representa una ventaja competitiva. Según cree el 79% de los primeros ejecutivos, en el informe de KPMG 2024 CEO Outlook, las organizaciones que integran tecnologías emergentes tendrán una ventaja comparativa en la gestión de riesgos frente a sus competidores.

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En consecuencia y, frente al temor que algunas organizaciones tienen sobre las barreras que representan las implementaciones tecnológicas, es crucial desmitificar la integración de nuevas tecnologías. Las herramientas actuales permiten despliegues rápidos sin grandes inversiones iniciales, lo que representa el verdadero cambio en la era de la automatización.

Por ello, a continuación, compartimos nuestras reflexiones sobre los principales mitos más comunes relacionados con la integración de tecnología en los procesos de aseguramiento:

Primer mito: ¿Es necesaria una gran inversión?

El estado actual de la tecnología permite llevar a cabo iniciativas de gran alcance con inversiones controladas y escalonadas en el tiempo. A menudo, la conversación se desvía hacia el presupuesto, pero la clave del éxito radica en la definición de una hoja de ruta que conecte el estado actual de la función de auditoría con el estado deseado. Esta hoja de ruta debe incluir un análisis inteligente para automatizar tareas, combinando una perspectiva de riesgo con eficiencia.

Cabe destacar que no todas las tareas son viables para automatizar, y en algunos casos, el esfuerzo-beneficio no justifica la inversión. Además, esta hoja de ruta debe ser flexible, ya que las tecnologías evolucionan rápidamente y es importante incorporar soluciones emergentes que desbloqueen nuevas capacidades. Una vez establecidas las prioridades estratégicas, la elección del software adecuado es fundamental, y en este caso, las aplicaciones de “no code” o “low code” permiten iniciar proyectos con un coste limitado y facilitar el escalado conforme la organización madura. Una estrategia interesante para ahorrar tiempo y dinero en un ciclo iterativo de prueba y error es contar con un socio con experiencia demostrada en este campo.

Segundo mito: ¿La digitalización es solo para grandes equipos?

En realidad, los equipos grandes requieren una mayor coordinación y, en este sentido, la automatización de procesos facilita este trabajo. Sin embargo, es en los equipos pequeños, con recursos más limitados, donde el impacto de la automatización es aún mayor. Esto permite que los profesionales se concentren en actividades de análisis que requieren juicio humano, mientras que la tecnología se encarga de las tareas de menor valor y que consumen más tiempo.

Además, las funciones de auditoría interna enfrentan hoy un desafío en cuanto a la captura y retención de talento. En este contexto, ofrecer una propuesta de valor diferencial que permita a los profesionales desarrollarse al eliminar tareas rutinarias y de bajo aprendizaje facilita la atracción de talento, lo cual es crucial para formar equipos efectivos y eficientes.

Tercer mito: ¿El retorno tangible requiere plazos largos?

Una vez más, la escalabilidad es el concepto clave. Y es que el éxito radica en identificar casos de uso que, por un lado, sean parte del plan de auditoría y que faciliten la percepción inmediata del valor real de la adopción de nuevas metodologías. Por otro lado, estos casos de uso deben permitir una incorporación gradual de nuevas maneras de trabajar, desarrollando las habilidades y capacidades del equipo de auditoría interna.

De esta manera, es posible obtener retornos medibles en apenas dos o tres meses de transformación. La selección adecuada del caso de uso es crucial, pero también lo es la flexibilidad y adaptabilidad para ajustarse a medida que surjan dificultades durante el proceso de transformación y automatización.

Cuarto mito: ¿Se requieren perfiles muy técnicos?

Las tecnologías actuales permiten desmentir esta afirmación. Si bien es importante identificar a personas que puedan actuar como “champions” o puntos de referencia para estas iniciativas, no es necesario que tengan un perfil técnico muy especializado. Lo importante es que cuenten con curiosidad y motivación, lo cual será clave para el éxito del proceso.

Además, será necesario un proceso de formación para facilitar la adopción de nuevas maneras de trabajar. En este sentido, contar con un socio adecuado para ofrecer acompañamiento experto será de gran ayuda.

En definitiva, resulta fundamental poner el foco en la definición e implementación de una hoja de ruta. Todo ello para definir la visión estratégica de nuestra función de riesgos, controles o cumplimiento, la ambición en cuanto a la digitalización y los pasos a seguir para evolucionar la función mediante la automatización, la analítica avanzada, la minería de procesos y, en algunos casos específicos, el uso de machine learning y procesamiento de lenguaje natural en este nuevo entorno digital.

¿Cómo integrar adecuadamente la tecnología en los procesos de aseguramiento?