La velocidad del cambio tecnológico en los últimos años ha traído enormes beneficios: los sistemas ERP, las soluciones en la nube, la inteligencia artificial (IA), el análisis de datos y la automatización están impulsando la innovación, la eficiencia y la productividad. Y las plataformas alojadas en la nube por hiperescaladores, cada vez más impulsadas por IA, procesan volúmenes de datos casi inimaginables hace un tiempo para ofrecer información sobre clientes, competidores y socios, permitiendo interacciones digitales en tiempo real. Esto mejora las experiencias de clientes y empleados y permite a las empresas lanzar productos y entrar en nuevos mercados más rápidamente.
Sin embargo, esta revolución digital también crea nuevas oportunidades de ataque para hackers, criminales y otros agentes que buscan infiltrarse en las organizaciones, robar datos y perturbar las operaciones. Y es que las amenazas cibernéticas evolucionan constantemente con la IA ofreciendo formas creativas de hacerse pasar por usuarios autorizados a través de tácticas como el phishing.
Por ello, para mantener la ciberseguridad, las empresas deben transferir los controles de los sistemas heredados al nuevo entorno tecnológico, combinando los controles técnicos con comportamientos de seguridad integrados. Y es que las medidas de seguridad ayudan a prevenir el acceso no autorizado, las brechas de datos y los ciberataques, mientras que los protocolos de privacidad garantizan que la información del cliente se gestione cumpliendo con las regulaciones y estándares éticos. Al integrar la seguridad y la privacidad en cada etapa del proceso de transformación, las organizaciones pueden devolver la confianza al cliente, evitar sanciones regulatorias y proteger la reputación de su marca.
Es crucial integrar la ciberseguridad en los nuevos sistemas durante el proceso de transformación, en lugar de reaccionar a los problemas a medida que ocurren. La seguridad debe ser una parte integral de cualquier plan de transformación, ayudando a construir una gobernanza adecuada, identificar riesgos y diseñar controles, como parte de una metodología de seguridad que comienza en las fases de estrategia y planificación. Idealmente, todo esto debería estar consensuado antes de elegir a cualquier proveedor.
Para avanzar en este sentido, las empresas deben adoptar buenas prácticas, como cifrar todos los datos sensibles para prevenir el acceso no autorizado. Los controles de acceso estrictos pueden garantizar que solo el personal autorizado acceda a información sensible, mientras que las auditorías de seguridad regulares y la monitorización continua ayudan a detectar y responder a posibles amenazas en tiempo real. Los «hackathons» se han convertido en una parte esencial de la ciberseguridad, particularmente después de las actualizaciones de sistemas que pueden aumentar las vulnerabilidades.
En paralelo, es fundamental cumplir con las regulaciones de protección de datos y privacidad como la GDPR (Reglamento General de Protección de Datos) y DORA (Ley de Resiliencia Operativa Digital); esta última obliga a las organizaciones de servicios financieros de la UE a demostrar que pueden mantenerse resilientes en caso de una interrupción operativa severa. Pero también lo es formular planes robustos de respuesta a incidentes, donde las organizaciones deben estar en posición de abordar y mitigar rápidamente el impacto de cualquier brecha de seguridad.
A todo ello se suma que el crecimiento exponencial de la IA está haciendo que los líderes cibernéticos deban prestar mucha atención a su uso y considerar los riesgos de emplear diferentes herramientas y tecnologías de IA. Aunque los controles pueden conllevar mayor confianza en la IA, los líderes cibernéticos también deben ser conscientes e identificar los riesgos como el sesgo de información y el cumplimiento ético y regulatorio.
Pero, para que los potenciales atacantes y su sofisticación no le ganen el pulso a la ciberseguridad no solo hay que prestar atención a la tecnología, sino a quien la utiliza. Así, según una encuesta reciente sobre ciberseguridad, los dos principales desafíos culturales en torno a la ciberseguridad están relacionados con el comportamiento humano, siendo “la resistencia al cambio” la principal preocupación, y “gestionar los factores de riesgo humano y crear una cultura sólida de ciberseguridad” la segunda.
Esto solo enfatiza la importancia de fomentar buenos hábitos como parte de una cultura holística de ciberseguridad que abarque liderazgo, trabajadores, proveedores y socios. De hecho, el 74% de los encuestados aseguran que construir una cultura centrada en la ciberseguridad es fundamental para la integración exitosa de la IA en toda la empresa. Ya sea utilizando contraseñas difíciles de adivinar, evitando redes públicas abiertas, o siendo muy conscientes de los correos electrónicos de phishing sospechosos y reportándolos, los propios profesionales pueden reducir significativamente la posibilidad de una brecha cibernética.
Teniendo en cuenta la velocidad del cambio tecnológico, los líderes de ciberseguridad deben estar muy atentos a la dirección futura del negocio para anticiparse a los desafíos de ciberseguridad asociados. Esa capacidad de previsión y de acción será clave. Como también lo será la colaboración estrecha en planes estratégicos y de transformación, que puede ayudar a las organizaciones a beneficiarse de la tecnología sin aumentar su exposición al riesgo. Con ello, la ciberseguridad puede convertirse en un aliado estratégico en lugar de una barrera.
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