Las nuevas tecnologías se han ido instalando en nuestras empresas, en nuestros centros educativos, en nuestras casas… y en pocos años se han provocado más cambios en nuestra sociedad y en nuestro modelo productivo que en el pasado durante siglos. La pregunta es si estamos preparados para coger un tren que no podemos permitirnos perder.
La crisis que ha vivido la sociedad occidental durante estos últimos años, que tuvo su origen en una crisis financiera y en otra de deuda, pero que finalmente se convirtió en una crisis económica y de empleo y, en el caso español, probablemente en la más dura que se ha registrado desde la guerra civil, hace que desde algunos sectores se mire con recelo a esta nueva transformación digital que en un primer momento puede traducirse en nueva destrucción de empleo.
Entre 2008 y 2013 la economía española destruyó más de tres millones de puestos de trabajo y, aunque desde entonces se han creado aproximadamente un millón de empleos, todavía quedan cerca de tres millones de parados, en términos de paro registrado, y casi cuatro si miramos las estadísticas de la Encuesta de Población Activa (EPA). La pregunta es en qué medida España puede permitirse seguir destruyendo empleo en este escenario. Y la respuesta es que nuestro país no puede permitirse el lujo de perder el tren de las nuevas tecnologías del conocimiento, el uso del Big Data… aunque en un primer momento eso suponga que las máquinas van a hacer el trabajo que ahora realizan personas y que sean necesaria menos manos de obra para obtener el mismo producto.
Uno de los sectores que está en estos momentos profundamente inmerso en este proceso de transformación digital es el financiero. Día tras día publicamos en los medios de comunicación proyectos de entidades financieras que permiten a los usuarios hacer cada vez más gestiones por internet, desde pagar con el móvil en una tienda, hasta hacer transferencias. Los jóvenes apenas visitan ya las oficinas bancarias. Pero junto a estas noticias también publicamos los nuevos ajustes de plantilla en los que están inmersas las entidades financieras. Si los clientes no van a las oficinas, los bancos cerrarán muchas de ellas y lógicamente necesitarán menos empleados para atenderlas.
Pero si bien es cierto que en el corto plazo la digitalización lleva aparejado menos empleo, también lo es que mirando con más altitud de miras y con un horizonte más amplio, las nuevas tecnologías pueden suponer también una ayuda para solucionar uno de los problemas más graves que tienen la sociedades europeas, y muy en particular la española: el envejecimiento de la población. Si las máquinas nos ayudan a hacer lo mismo o muchísimo más con mucha menos mano de obra, permitirán compensar esa caída de la población en edad de trabajar y de cotizar que ya estamos sufriendo en nuestro sistema de pensiones. Otra cosa es que sepamos repartir bien esa riqueza que se genera. Y hasta ahora, a lo largo de la historia, con más o menos acierto, o más o menos grado de desigualdad, las sociedades desarrolladas sí lo han conseguido. Los pobres de nuestros días nada tienen que ver con los de la edad media, o incluso con los de principios de siglo. Hoy, en España, todo el mundo tiene acceso a una sanidad y una educación gratuita y la educación es, sin duda, una de las principales formas de acabar o al menos reducir esa desigualdad. Una buena formación te permite acceder a un buen trabajo y poco a poco a un buen sueldo, aunque la crisis en algunos momentos haya hecho a muchos jóvenes perder la fe en ello.
Y sin duda otro de los retos que plantea esta transformación digital es el de la formación. Se despedirá a muchos trabajadores, pero se necesitarán muchos otros con formación digital e idiomas que permitan desarrollar y aplicar estos nuevos sistemas y nuestros colegios, institutos y universidades deben formar para ello a nuestros jóvenes.
Las nuevas tecnología presentan riesgos, pero sobre todo oportunidades y España, sus empresas y sus ciudadanos no pueden permitirse el lujo de dejar pasar este tren.
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Yolanda Gómez es subdirectora de ABC y colaboradora en diversos medios de radio y televisión.
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