La gestión de personas, en un momento clave
El talento, capacidades y potencial de las personas que conforman las empresas ya ocupaba uno de los puestos más relevantes en la agenda de las compañías. Pero la irrupción de una pandemia a nivel mundial y la necesidad de confinar a la población han puesto de manifiesto cómo, verdaderamente, las personas son el motor de las compañías. Desde el inicio de la crisis, los directivos coinciden: la primera preocupación ha sido y será garantizar el bienestar y salud de sus profesionales y familiares.
De este modo, se puso en marcha uno de los mayores experimentos a nivel laboral vividos hasta el momento: el teletrabajo masivo implantado en tiempo récord. En numerosas compañías esta práctica ya estaba implantada, para determinados días semanales o casos puntuales: según datos del INE, solo el 4,8% de los españoles trabajaban desde casa en 2019. En 2020, presumiblemente estas cifras se dispararán.
Conseguir que en cuestión de dos o tres días el grueso de la plantilla que pudiera trabajar en remoto lo hiciera sin perjuicio del negocio en una época de completa incertidumbre era algo inimaginable. Aunque, como recuerda Javier Hervás, socio responsable de Laboral de KPMG Abogados, “la situación vivida es resultado de un ejercicio de reacción ante la crisis y no de un consenso entre empresa y trabajador, por lo que deberemos ver cómo se encaja el teletrabajo en la normativa”.
Pese a las limitaciones consecuencia de la urgencia, la sensación en términos generales ha sido positiva. Para los expertos, la clave del éxito pasa no solo por el uso de la tecnología, sino por una adecuada comunicación con los empleados. “Una vez que la mayor parte de las organizaciones ha comprobado que el teletrabajo funciona, ahora toca reflexionar sobre cómo cambiar los modelos de trabajo para atraer y retener el mejor talento. La extensión del teletrabajo a gran escala implica cambios en la cultura, en la gestión de personas, en las formas de trabajo y en el rol de los líderes que es necesario abordar desde una perspectiva holística”, afirma Cristina Hebrero, head of People & Change de KPMG en España.
La tecnología como palanca de la colaboración
De cara al sistema resultante, la apuesta mayoritaria es caminar hacia un sistema híbrido, que compatibilice el trabajo en casa con las oficinas para obtener las ventajas de ambos modelos. “El teletrabajo ha venido para quedarse, pero la negociación será clave en la era post COVID-19 para establecer protocolos concretos que concreten las directrices sobre las que debe asentarse el trabajo en remoto”, explica Javier Hervás.
Y es que “la tecnología y las herramientas colaborativas no solo permiten continuar con el trabajo en remoto, que permiten mantener un nivel adecuado de comunicación bidireccional, realizar un seguimiento del bienestar de los empleados, impulsar el aprendizaje a través del e-learning, poner en práctica las nuevas formas de trabajo agile…” subraya Cristins Hebrero, resaltando que “toda esa transformación no será sostenible en tiempo si no viene acompañada de un cambio cultural que ponga el foco en las personas y en el re-skilling de talento para adaptarse a un mundo más virtual”.
De hecho, la implantación de determinadas plataformas colaborativas puede facilitar los procesos de innovación, acelerando el trabajo de los equipos en el proceso de generación de valor. “La innovación permite una mejor colaboración de equipos, involucrándolos en los procesos de rediseño y creación de nuevos productos y servicios, que creen un facto diferencial en el mercado en la era post COVID-19, aumentando de esta forma, a parte del valor intrínseco generado al negocio, su sentimiento de pertenencia a la compañía, en momentos de especial incertidumbre”, afirma Luis Buzzi, socio responsable de KPMG Innovate.
Los ERTE y la negociación, figura clave
Pese a que el teletrabajo ha sido implantado de forma masiva y en todos los casos en los que ha sido posible, el confinamiento de la población ha hecho que numerosas compañías hayan tenido que reducir o paralizar su actividad. Como parte del paquete de normativas aprobadas para hacer frente a la crisis, el Ejecutivo agilizó y potenció los Expedientes de Regularización Temporal de Empleo (ERTE) en el Real Decreto-ley 8/2020.
El objetivo de la normativa era tratar de evitar los despidos como consecuencia de la COVID-19 al tiempo que se permitía a las empresas ajustar sus costes laborales a la situación. Este mecanismo, que permite la suspensión temporal del contrato de trabajo o la reducción de la jornada laboral, tienen la consideración de fuerza mayor como consecuencia de la pérdida de actividad por la pandemia. De hecho, de las medidas aprobadas por el Ejecutivo, la agilización de los ERTE es a la que más han recurrido las compañías, hasta un 44% según el cuarto sondeo de ‘La empresa española ante la COVID-19’, realizado por KPMG en colaboración con CEOE.
Como explica Javier Hervás, “los ERTE se han convertido en una herramienta eficaz no solo para proteger el empleo sino el tejido productivo, y seguirá siendo un elemento clave de la era post COVID-19”. Por el momento, los ERTE por fuerza mayor se han prorrogado hasta el próximo 30 de septiembre. Aunque en la nueva realidad los expertos apuntan a que la verdadera protagonista de las relaciones laborales será la negociación.
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Impacto en los empleados internacionales
Otra de las importantes consecuencias desde el punto de vista humano de la crisis ha sido el impacto en los trabajadores destinados en filiales de diferentes países. La COVID-19 ha impactado de forma desigual y en diferentes grados en todo el mundo, con niveles de confinamiento y paralización de la actividad de distinto calado. Por ello, los expertos recomiendan analizar las implicaciones de la pandemia en cada uno de los empleados desplazados a nivel internacional.
“En momentos tan complejos e inciertos como el actual, es necesario realizar una monitorización digital de las diferentes obligaciones de la compañía en relación con sus empleados desplazados, desde la solicitud de visados y retenciones a las diferentes comunicaciones a nivel laboral. Es importante prever los posibles riesgos que implica todo proceso de movilidad, tanto en el área migratoria, fiscal, laboral como de seguridad social”, afirma Lourdes Corral, directora en el área de People Services de KPMG Abogados
En definitiva, los Recursos Humanos afrontan un periodo de punto de inflexión, en el que las personas son el foco de la preocupación de las compañías ante la pandemia al tiempo que se hace necesario afrontar numerosos cambios y ajustes. Y ante en el que, previsiblemente, la tecnología ocupará un papel esencial para mejorar la vida, incrementar la eficiencia y reducir los riesgos laborales de las compañías.