Para muchas organizaciones la cuestión ya no es si utilizarán las nuevas tecnologías de robótica e inteligencia artificial, sino cuándo, dónde y a qué velocidad van a aplicarlo como un elemento diferenciador.
¿Cómo maximizar el retorno de la inversión?, ¿qué tipo de tecnologías son las más apropiadas y qué áreas se deben priorizar?, ¿está la organización lo suficientemente preparada para ello? Éstas son algunas de las cuestiones que muchas empresas no han resuelto todavía.
¿Por qué hay organizaciones que son capaces de sobrevivir y crecer década tras década, mientras que otras, como casi un tercio del Fortune 500, han desaparecido en los últimos 5 años? Reconocer esta realidad y la necesidad de identificar rápidamente las palancas para adaptarse a un entorno cada vez más cambiante, es primordial. Acelerar la capacidad para “aprender”, procesar grandes volúmenes de datos y convertir la información en conocimiento útil, será clave para competir y perdurar en el contexto actual.
Gracias a las nuevas tecnologías como Robotics, Machine Learning o Cognitive entre otras, sabemos que esto es posible, considerando sus particularidades, beneficios, complejidad y niveles de inversión asociados.
El uso combinado de todas ellas está dando lugar a un nuevo concepto y factor de trabajo a disposición de las empresas denominado como “Digital Labor (DL)”. Su integración efectiva y positiva con el “Human Labor” se convertirá en un claro elemento diferenciador que permitirá “aumentar” no solo la eficiencia, sino también la capacidad de aprendizaje y la “inteligencia” de las Organizaciones. El DL nos ayudará a llevar a cabo algunas tareas con mayor rapidez y precisión, abaratando muchos procesos y haciéndolos más eficientes.
Lógicamente, esto conlleva un cambio de paradigma y una transformación progresiva de la naturaleza del trabajo que debemos aprender a integrar y asimilar a todos los niveles.
Aplicando las tecnologías adecuadas a las especificidades de cada una de las áreas y procesos, conseguiremos aumentar la capacidad productiva exponencialmente. Asimismo, y en la medida en que se vaya evolucionando hacia tecnologías más complejas, se requerirán mayores niveles de inversión, y aumentará la capacidad intelectual de las empresas, no sólo su eficiencia. Esta “inteligencia aumentada” es el siguiente paso para aprovechar el potencial tecnológico y obtener más conocimiento de una forma más rápida.
Las Compañías del siglo XXI tendrán que romper con los modelos prestablecidos, buscando nuevos modelos organizativos y de colaboración para sacar el máximo partido a la hora de integrar el trabajo de sus empleados (Human Labor) y la tecnología (Digital Labor). En un futuro próximo, los trabajadores contaremos con el apoyo de robots como compañeros de trabajo de manera natural, ayudándonos a realizar un trabajo más efectivo.
En el siglo XXI serán más exitosas y perdurarán aquellas Compañías capaces de obtener de sus empleados una capacidad, esfuerzo y talento diferencial, creando entornos donde las personas quieran contribuir con lo mejor de sí mismas.
Preparar a la Organización para este proceso de Transformación no será fácil, pero si, imprescindible. Las empresas deberán tomar la iniciativa en la formación de sus empleados y abordar el desafío del reciclaje de perfiles de manera proactiva, realista y continuada en el tiempo.
Caminamos hacia un mundo donde el cambio y la adaptación al mismo es esencial, y para eso debemos de estar todos preparados.
Autor: Belén Díaz Sánchez es Socia de Management Consulting y responsable de People & Change en KPMG España
Hola. Me pregunto y te pregunto:
¿Si hasta hace poco uno de los valores diferenciales de las empresas era el talento (lo demás, más tarde o más temprano, se puede replicar), en el futuro ese valor diferencial vendrá dado por quien mejor sepa/pueda complementar ese talento humano y el “artificial”? Parece que será así…. pero ¿cómo convivir con quien se teme, dada la literatura creciente sobre usurpación laboral por parte de la Inteligencia Artificial?